sábado, 29 de junio de 2013

La oca

El parchís no es un juego tan simple e inocente como parece. Se trata de llevar las cuatro fichas de cada jugador a la meta bajo el azar de un dado agitado con el cubilete, pero el trayecto es duro: los contrincantes van neutralizando y comiéndose las fichas unos a otros según un cálculo muy elaborado. Las fichas rojas, azules, verdes y amarillas forman en el tablero una trama muy compleja. Como en los casinos de pueblo y en las cárceles, ante la opinión pública de este país sumido en graves problemas, hoy se está jugando un diabólico parchís político a través del cual los partidos se devoran unos a otros mediante los casos de corrupción con una estrategia llena de emboscadas. Los dados que no cesan de rodar. En este momento ya han sacado de las casillas más de 800 casos de corrupción, con miles de imputados e innumerables sumarios abiertos, con otras tantas detenciones, aunque apenas ninguno de estos delincuentes haya entrado en la cárcel. Cada partido político agita el cubilete en este parchís infame con una táctica estudiada y aireada por los medios afines que se desgañitan en las tertulias. Sobre el tablero forman un equilibrio neutralizado el caso Bárcenas,los ERE fraudulentos de la Junta de Andalucía, los sobresueldos del Partido Popular, el campeón Pepiño, los hijos de Pujol, Urdangarin y la infanta Cristina, el Rey y Corina, los regalos de boda de la hija de Aznar, el Gürtel y la visita del Papa a Valencia, el asunto Pallarols de Durán Lleida, alcaldes socialistas, populares y nacionalistas pillados con las manos en la masa. Los sumarios se pudren en los juzgados y en este sentido la corrupción hiede por partida doble hasta hacer irrespirable la atmósfera desde el fondo de la justicia. Tal vez este juego del parchís nacional obedece a una estrategia maquiavélica: se trata de crear la sensación de que la corrupción se deriva de la mala organización de los partidos, un problema del que nadie es personalmente responsable. Un día no lejano alguien se acercará a la partida, pondrá el tablero del revés y dirá: quiero saber si este parchís tiene oca. Todas las fichas de la corrupción quedarán confundidas sobre la mesa y a continuación se dictará sentencia: amnistía general, tabla rasa, hay que empezar por el principio.


Fantasmas

Los españoles no somos malos, pero somos muy incultos. Si cada dos por tres, un diputado usa el adjetivo incierto cuando quiere decir falso, y hay periodistas que confunden a diario lo posible con lo plausible, como si la posibilidad y la admisibilidad de un hecho fueran la misma cosa... ¿Qué errores no seremos capaces de cometer con los números por medio?
Tal vez, Cristina de Borbón sospeche ya que testificar con la asistencia de su abogado ante el juez Castro, podría haber resultado menos lesivo para su imagen que el misterio doloroso del número 13 que ha incrementado los dígitos de su DNI. Por esa razón, sería aconsejable que ella misma pusiera fin a un esperpento que está dañando a las instituciones del Estado, más allá de la que encarna su propio padre. Le resultaría muy fácil. Bastaría con que hiciera públicas sus declaraciones del IRPF de los años correspondientes. Ese simple gesto convertiría la presunta equivocación de la Agencia Tributaria en una intranscendente anécdota.
Porque los españoles somos, ya digo, muy incultos. La incultura es la madre de la malevolencia, y si este inexplicable error permaneciera inexplicado, podríamos acabar pensando que su origen está en una declaración fraudulenta de transacciones ficticias, destinadas a crear un millón y medio de euros blanqueados para pagar un palacio en Barcelona. De esta malévola hipótesis podría nacer un fantasma capaz de volar muy alto, pues no sólo tendría la virtud de ser, en sí misma, una explicación, sino que resultaría además verosímil para los contribuyentes que jamás hemos padecido errores de este calibre. Hay que tener en cuenta en qué país vivimos. Después de que Bárcenas se inventara a Miguel Crisantemo, el abogado inexistente que, según él, avalaba la legalidad de los sobresueldos del PP, nadie puede reprocharnos que creamos en los fantasmas.

Espías

Recuerdo vagamente con mi memoria de pez que, tras la caída del muro de Berlín, leí una entrevista con el estupendo autor John le Carré en la que se le veía un tanto perdido; pensaba que el derrumbe de la URSS había acabado con las historias de espías de las que él se nutría, y pronosticaba que el futuro espionaje solo sería industrial. Lo cual demuestra que ser un buen novelista no te convierte en profeta.
Al margen de que el terrorismo fundamentalista ha vuelto a levantar una especie de intangible Telón de Acero con su trastienda de informaciones secretas, lo cierto es que el espionaje no ha vivido jamás un momento de semejante esplendor. Incluso nosotros, a nuestro modesto nivel celtibérico, hemos sido unos pioneros en el asunto. Recuerden el confuso caso del espionaje en la Comunidad de Madrid en 2009; o el reciente escándalo catalán con la agencia Método 3. ¡Espiar está de moda! Hemos pasado del entrenador personal al espía personal y cada uno de nosotros puede llevar su ladilla pegada sin saberlo. Queridos padres preocupados por el incierto futuro de vuestros hijos en la crisis: hacedlos espías (o concursantes de Gran Hermano). Todo el mundo parece espiar a todo el mundo tan frenéticamente que empiezo a intuir la existencia de un sistema demencial según el cual la mitad de los ciudadanos emplean su vida entera en volver a leer, escuchar y ver lo que ha escrito, dicho y hecho la otra mitad de la población. ¡Ahora entiendo por qué están las cosas tan mal en todo el planeta! Los Gobiernos consumen todos sus recursos en el espionaje y no tienen tiempo para gobernar. Además, teniendo en cuenta lo mal que desempeñan las tareas que pueden ser fiscalizadas y controladas, calculen las pifias que deben de cometer en un trabajo secreto. La realidad se parece cada día más a Kafka y Borges.

Notarios

Alguien cometió una descomunal chapuza en relación con la infanta Cristina, al adjudicarle falsamente la venta de unas fincas. En pocos días, por suerte para la acusada, se demostró que el embrollo estaba basado en errores monumentales en torno a su DNI.
Es cierto que todos (casi) pensamos que tenía que haber una mano negra en el asunto. Y a partir de ese consenso, los españoles nos dividimos entre quienes creían que la acción tenía por objeto ayudarla y los que pensaban que era una burda maniobra para dejar su figura pública aún más maltrecha.
Ahora Hacienda dice que la falsa acusación tiene su origen en los 11 errores cometidos por cuatro notarías. ¡Pero hombre, ya ni se respetan las notarías! Esto sí que es mentar la bicha. Uno de los pilares básicos de nuestro edificio civilizatorio está en entredicho.
Yo creo que había que poner en marcha una campaña para defender a los notarios. Pero olvidando menudencias como esta de la Infanta. Yo estoy dispuesto a poner mi granito de arena: puedo olvidar que hace pocos días, mi familia, después de pasar varios meses de trámites con un notario, recibió, a cambio de 700 euros a pagar en el acto, unas escrituras que resolvían una herencia de 2.000. Bueno, pues los datos de todos los implicados estaban mal. De todos. La dirección, el nombre, la fecha de nacimiento… todo. A alguien se le habían cruzado los cables. Y el notario, ¿qué dijo? Noblemente, aceptó el error, pidió excusas con actitud campechana y siguió cobrando los 700 euros.
¿No les parece noble su actitud? A mí casi me conmueve. Pero algo ha fallado.
Pensemos. En España, a un diputado de Valencia le echan por hablar y no por saquear oenegés; la Guardia Civil, como su nombre indica, es un cuerpo militar. Y la fe pública se da por lo privado.
Lógico.


Desbarajuste

Lo de llamar antisistema a cualquiera que se mueva tiene su aquel, su trampa, su contenido subliminal: si hay peña antisistema, es porque hay sistema. Desengáñense, no hay sistema, hay un tinglado, solo que el término antitinglado no funcionaría porque contra el tinglado se manifiestan hasta quienes viven de él, es decir, el Gobierno y los partidos que, con más o menos matices, se encuentran en su lógica. Significa que los aledaños del poder, de todos los poderes, así como su centro, están corrompidos hasta el tuétano y con las formas de corrupción más diversas que quepa imaginar. No es solo Bárcenas. Bárcenas es el Dioni de la comedia, el esperpento hacia el que se vuelven las cámaras para distraernos de lo demás. Si no había ido a la cárcel hasta ahora, era por eso mismo, porque mientras lo veíamos entrar y salir de su mansión, y darse el paseíllo hasta el coche vestido de verano o invierno, según, con la cartera de atrezo vacía, o quizá con el plátano de media mañana en su interior, no veíamos otras cosas. Bárcenas viene a ser una Barbie o un Ken para adultos. Vistiéndolo o desnudándolo pasamos las horas muertas, que son las mismas que nos matan, convencidos de vivir bajo un sistema y no bajo un tinglado. Ahora lo podremos disfrazar también de presidiario. Todos los tiempos, todas las actuaciones, están calculadas al milímetro. El problema es que cada vez que se desprende una viga del tinglado, del tenderete, del quiosco al que llamamos sistema, los damnificados somos usted y yo. En efecto, las vigas de la sanidad pública y de la política educativa y de la justicia de las tasas y de las mentiras electorales caen sobre nuestras cabezas. Cuando alguien se queja, por inocente que sea su protesta, lo tachan de antisistema para hacernos creer que se rebela contra un orden y no contra un desbarajuste.

El médico indio

Anda y habla con una urgente calma y ese rumor inteligente tiene el efecto de una brisa analgésica en la sala donde se ventila la muerte. Aquí están los enfermos más graves de VIH/sida y tuberculosis, las dos principales causas de defunción en India, junto con los suicidios de mujeres jóvenes y los accidentes de tráfico. En otra sala, en mayo, han nacido 650 niños y niñas. Es importante referirse al género. No aquí, pero en muchos lugares de parto a las madres indias lo primero que le enseñan es el sexo de la criatura y no la cara. Si es niño, la felicitan. Si es niña, murmuran: “Lo siento”. El de Bathalapalli es el único centro sanitario en muchos kilómetros a la redonda, creado por el Rural Desenvolvement Trust (RDT), iniciativa de Vicente Ferrer, que vino a abrir pozos de agua a la tierra más olvidada y se convirtió en un zahorí de la esperanza. “Vosotros sois dioses”, les decía Vicente a los albañiles que levantaban el hospital. Eso sí que es ecumenismo. La providencia en la burbuja del nivel del albañil. El médico de la urgente calma es un joven asturiano, Gerardo Uría, que ha tenido que prolongar su estancia más de lo previsto como jefe del área de enfermedades contagiosas. Hasta hace poco, los enfermos de sida eran expulsados de los hospitales. Desde 2009, el puñado de médicos de Bathalapalli ha dado tratamiento a 19.000 pacientes de sida, más que en cualquier complejo hospitalario europeo. Es un centro de referencia, premiado por la propia Administración india. El doctor de la calma urgente me dice: “El negocio con la sanidad es muy sucio. Aquí me di cuenta de que una mala sanidad pública genera más y más pobreza”. A miles de kilómetros, en un país llamado España, la alianza del negocio sucio y la política neopija amenaza destruir su mejor patrimonio.
fuenteshttp://elpais.com/elpais/2013/06/26/opinion/1372235724_514806.html

El comando del precinto

Cuarenta comensales en un restaurante de alta gama, intentando degustar exquisiteces mientras unos señores evolucionan entre mesas y camareros, provistos con una cinta. Sellan la bodega y dejan sin vino a la clientela. Sellan la coctelería. Y una mesa. La jefa de sala quiere morir... La escena no es de una comedia, sino de la tragedia que se vivió el pasado lunes en Gastro, el restaurante de Sergi Arola, uno de los seis establecimientos de Madrid con dos estrellas Michelin. De esos de la Marca España.
El comando del precinto es de la Agencia Tributaria. Arola debe 148.000 euros y no ha logrado negociar el pago. Sí ha llegado a un acuerdo con la Seguridad Social para liquidar 160.000 euros pendientes. El chef explica sus apuros. Es un hecho que en España la alta cocina pasa por malos momentos. En Francia no tanto, tal vez porque allí hay más tradición de disfrutar de la buena mesa y la gente está más acostumbrada a pagar de su bolsillo, y no con la visa del ministerio o de la empresa, ahora en reposo obligado. Pero, explicaciones al margen, una deuda es una deuda. Se siente.
Dicho lo cual, cabe preguntarse a qué juegan los comandos del precinto. Porque no es la primera vez que asaltan, sin avisar, un restaurante en pleno servicio. ¿Se trata de humillar, además? A Hacienda le gusta dar escarmientos, pero ella no escarmienta. Está muy bien que sea eficaz, pero ¿por qué no con todos por igual?
Esa es la misma Agencia Tributaria que devolvió a Luis Bárcenas y señora un total de 21.700 euros en 2002 y 2003, los años en que el extesorero del PP defraudó, según la propia entidad, 1,6 millones de euros. (Y por patrimonio ingresó 6.000, en lugar de los 200.000 que le correspondían) ¿Dónde quedó ese celo?
Por no hablar de las ¿explicaciones? de Montoro sobre los DNI volantes de la realeza. El ministro de la amnistía fiscal ha chocado con el lógico escepticismo de una opinión pública que sospecha que hay algunos NIF intocables.
Sergi Arola esgrime como agravio la deuda del fútbol, y ahí tiene razón. Pillaron a Messi, pero no le precintaron las botas. Y con la deuda de los clubes muestran una flexibilidad enternecedora. De aquí a tres años el Gobierno espera reducirla de 4.000 a 3.000 millones de euros con un plan de sostenibilidad.
Que sí, que Hacienda somos todos. Pero no.

El rodillo del PP

El rodillo parlamentario del Partido Popular ha pasado por encima de todos los antagonistas de la reforma del Consejo del Poder Judicial: la oposición política, varias de las asociaciones de jueces, el Consejo actual y gran número de magistrados en ejercicio. Alberto Ruiz Gallardón, ministro de Justicia, ni siquiera asistió el jueves al debate definitivo en el Congreso. Las lecciones que se extraen del episodio están claras. Tras renunciar a las propuestas de despolitización de la justicia planteadas por el PP cuando estaba en la oposición, su actual mayoría absoluta fía la estabilidad a dejar el trabajo parlamentario en mero trámite de decisiones adoptadas de antemano. No hay que felicitarse por ello, sino inquietarse de que el partido gobernante dedique tanto esfuerzo a acentuar su carácter de poder monocolor.
El escándalo protagonizado por el anterior presidente del Poder Judicial, Carlos Dívar, vino bien al PP para hacer más digerible su reforma. Dívar sufragó actividades privadas con fondos públicos, y al hilo de ese escándalo se conocieron más datos sobre la liberalidad con que se gastaba dinero del erario en el órgano del gobierno de los jueces. En vez de establecer severas cortapisas a tal comportamiento, el PP retira a 14 de los 20 vocales del Consejo el carácter de miembros permanentes, con el pretexto de ahorrar costes, y les permite hacer compatibles el ejercicio de su profesión (por ejemplo, la de abogado), o la función de juez, con la de actuar a ratos como miembros del Consejo del Poder Judicial. No es positivo abrir la puerta a la confusión entre la misión de gobernar y disciplinar a los jueces, con los asuntos profesionales o jurisdiccionales que llevan los llamados al Consejo. Todo ello en plena eclosión de casos de corrupción, en buena parte relacionados con personas que son o han sido del PP.

Editorial anterior

La renovación del Consejo está prevista para septiembre. La mayoría popular en el Senado (161 de 265) le permite nombrar a diez miembros del órgano de gobierno de los jueces solo con sus votos. Su mayoría no es tan amplia en el Congreso, pero los diez elegidos por esa cámara, años atrás, seguirán en sus puestos hasta que la cámara baja se rinda al Gobierno, y es evidente que varios de aquellos fueron nombrados a propuesta del PP. En dos tiempos, el partido gobernante incrementa su control sobre el Poder Judicial. Así de simple. Así de descarnado.

Tibieza en la Cumbre

De la reunión del Consejo Europeo celebrado durante el jueves y el viernes apenas han emergido señales de cambios a la altura de los que precisan las políticas económicas en la UE, especialmente en la eurozona. Es cierto que se ha evitado la frustración completa, pero la significación de los acuerdos alcanzados apenas guarda proporción con la severidad de los problemas económicos que están presentes en el área de la moneda común.
Y el más importante es el elevadísimo contingente de desempleados, especialmente jóvenes. La recesión sigue destruyendo puestos de trabajo y, ante la falta de políticas diferentes a las practicadas hasta ahora, Europa apenas crecerá el año que viene. Desde luego no lo hará con la intensidad suficiente como para invertir la tendencia destructora de empleo, favorecer la creación de empresas y potenciar la supervivencia de las que hoy están asfixiadas por falta de demanda y de financiación.
Son estos dos los problemas que el Consejo debería haber abordado de forma determinante. Con estímulos inversores para favorecer la mejora de las condiciones de las pequeñas y medianas empresas y la reducción del desempleo, en especial de los más jóvenes.
A tenor de los decepcionantes resultados que ha generado la aplicación de los ajustes fiscales (la famosa austeridad), el terreno parecía más que abonado para que Gobiernos empeñados en el castigo a las economías periféricas —más que en la viabilidad de la eurozona—, apostaran por movilizar recursos con los que alimentar la demanda de las empresas. Esos mismos Gobiernos tampoco han concretado definitivamente el horizonte de la unión bancaria, necesario para que se alejen los temores que subyacen en algunos sistemas financieros de la periferia europea.
No puede hablarse de completa frustración, porque las autoridades alemanas han cedido parcialmente y se ha podido insinuar la dirección correcta de próximas decisiones. Como la movilización de fondos europeos que sirvan para reducir el desempleo juvenil, aunque su cuantía sea testimonial: 6.000 millones de euros en los dos próximos años. Se han aprobado algunas piezas del mecanismo de resolución de crisis bancarias que permiten albergar cierta esperanza de que se neutralice la realimentación perversa entre los problemas del sector bancario y los de endeudamiento público, que también aqueja a las economías del sur, de forma especial a la española. Menor concreción ha habido respecto a la posibilidad de que el Banco Europeo de Inversiones (BEI) se implique a fondo en la tarea de paliar la ausencia de crédito a las pequeñas empresas.
Para que todo lo anterior no se quede en enunciados ha sido necesaria la aprobación de los presupuestos de la UE de los siete próximos años, algo que hay que saludar. Con todo, Europa, los Gobiernos de sus países, han vuelto a demostrar que el ritmo de las decisiones guarda poca relación con la magnitud de los problemas que sufren la mayoría de sus ciudadanos.


miércoles, 19 de junio de 2013

Lengua y comida

Las lenguas no son piedras que no tienen que regarse sino jardines que fructifican (hay malas hierbas y frondosos árboles frutales) gracias a la dedicación y también por culpa de la desidia. Es decir, una lengua es un organismo que vive pendiente de la meteorología, de las lluvias y las granizadas, de la lenta y constante vigilancia del hombre, del ímpetu desbrozador de la naturaleza, de los insectos que habitan allí y de las plagas que se multiplican. Una lengua no puede ser nunca entendida como una roca sin fisuras, porque el día que se convierte en monumento, ese día estará muerta. El fallecimiento llega cuando la lengua es incapaz de digerir y se empeña en hacer dieta porque piensa que con el esqueleto es suficiente. Una lengua necesita experimentar el desasosiego de la impureza, dejarse tentar por lo que es nuevo o desconocido. Solamente si contempla esta posibilidad con la perspectiva de quien ve el jardín como un todo, homogéneo en la diversidad (y no como la débil acumulación de plantas), será capaz de sobrevivir.
Por eso aplaudo el trabajo de los centros de normalización lingüística, y hoy lo personalizo en el del barrio del Fondo, en Santa Coloma. Como explica EL PERIÓDICO, van en busca del chino, y en concreto de la comida (siempre es un buen comienzo) que aún no tiene nombre en catalán, porque saben que la lengua necesita saborear, deglutir y absorber lo que es desconocido para hacerse más grande, más musculosa. Más viva.

Llora como una mujer...

El acuerdo PSOE-PP, por este orden porque curiosamente los socialistas lo han batallado mas, para una posición común en Bruselas, es positivo. Indica que los dos grandes partidos han tomado conciencia de la inevitabilidad de una política económica restrictiva, mientras este sea el criterio que impera en la Unión Europea, pero que ambos abogan por su inflexión. Primero porque recortes presupuestarios bruscos (lo dice también el FMI) pueden agravar la recesión y de rebote bajar los ingresos del Estado con lo que reducir el déficit se hace todavía más difícil. Segundo, porque los recortes del gasto en educación o desempleo juvenil solo retrasan la salida de la crisis. Tercero, porque la segmentación de los mercados bancarios en la zona euro ha agravado la sequía crediticia en España, lo que perjudica seriamente la actividad empresarial. Dar pasos serios hacia la unión bancaria es pues esencial.
Pero alcanzar un acuerdo solo ahora -tres años después del primer plan de ajuste deZapatero- para ir juntos a Bruselas también es desalentador. Entonces el PP se dedicó a descalificar todas las medidas y a culpar de todo a José Luis Rodríguez Zapatero. De la congelación de las pensiones por un año -excepto las mínimas- dijo que era «el mayor recorte social de la democracia», y luego no firmó la reforma de las pensiones que el Gobierno pactó con patronales y sindicatos. Y desde que Mariano Rajoy ganó las elecciones no se ha pactado ni una sola medida y el PSOE se ha dedicado con fruición a predicar que la reforma laboral sólo estaba logrando generar paro, algo seguramente falso. Cuando Elena Salgado decidió subir algo el IVA en el presupuesto del 2010 se dijeron todo tipo de estulticias (no solo el PP sino también CiU y las patronales). Y cuando el PP empezó su ajuste fiscal con la subida del IRPF en enero del 2012 aseguró que no tocaría el IVA porque subirlo sería agravar la recesión. Luego, en julio pasado y ante el disparo del déficit público, al ministro Montoro no le quedó otro remedio que hacerlo. Y en algunos puntos con brutalidad.
Hay que aplaudir que Rajoy y Rubalcaba ahora vayan juntos a Bruselas. Pero que solo renuncien a utilizar la crisis para atacarse mutuamente -al menos por el momento- tras tres años de continuo aumento del desempleo, indica también cierto déficit intelectual. Vale lo de llorar unidos ante la cerrazón de algunos comisarios y del Gobierno alemán, pero no tras haber sido incapaces de acordar alguna medida seria contra el desempleo y de no haber sabido explicar a los ciudadanos que la economía necesitaba un duro ajuste. Hay que recordar pues aquella famosa frase, que los libros de historia que estudiábamos hace años atribuían a la reina mora de Granada, cuando reconvino a su hijo Boabdil tras la pérdida del Reino: llora como una mujer lo que no has sabido defender como un hombre.
Y es triste que Duran Lleida, que en la primavera del 2010 entendió que la cuestión no era ayudar a Zapatero sino evitar que España quedara a los pies de los caballos del rescate -demostró entonces mas responsabilidad que el PP-, ahora no haya suscrito el pacto. ¿Es que para qué CiU tenga sentido de Estado hace falta que uno de los grandes partidos españoles se eche al monte?

¿Muerto Mas se acabó la rabia?

Muchos buitres acechan desde hace semanas el hipotético cadáver político de Artur Mas. Cruzó el Rubicón del independentismo y los que utilizaron el puente aéreo para encumbrarlo contra los tripartitos preferirían verlo criando malvas en la empresa privada antes que en la oposición. A este coro se unen entusiastas los que nombraron a Pujol Español del Año cuando todo valía contra Felipe. Y los que suplicaron al mismo Pujol que diera aire aGonzález en la crisis institucional de 1993. La oposición política, algo más sensata que la empresarial y la mediática, se limita a exigir a Mas que haga alguna cosa. Y ciertamente, seis meses de gobierno sin ni siquiera una ley de presupuestos es para poner el grito en el cielo. Pero ni en el Parlament ni en las encuestas hay alternativa a Mas. Los sucedáneos quieren ir más rápido (ERC y CUP) o más lento (Duran y el PSC), pero todos han entendido lo queCameron le intentó explicar a Rajoy: llegados a este punto, antes o después Catalunya deberá votar democráticamente sobre su relación con España. Eso ya lo ha entendido casi todo el mundo, aunque lo tienen menos claro en Pedralbes que en Cornellà si atendemos a lo que dicen públicamente los Lara (si votan, me voy) o Estopa (votaremos que no y nos quedaremos).
Utopías
Los que le mueven la silla a Mas deberían cerrar los ojos unos instantes e imaginarse el día después de su desaparición. CiU quedaría tocada de muerte. Duran ha perdido la ambigüedad en dirección contraria a como lo han hecho Mas y también la mayoría de los cuadros, militantes y votantes de la federación y de su mismo partido. A Junqueras aún le entraría más prisa atendiendo al viejo refrán de las barbas del vecino: los votantes que huyen de CiU por la ambigüedad de Mas le meterían aún más revoluciones al republicano. Y el proyecto de Navarro es todavía a largo plazo y está pensado para una Catalunya pos-consulta como acicate para el federalismo en el turno de gobierno del PSOE tras las mayorías de Rajoy. Lo que no les gusta de Mas ha venido aquí para quedarse y otro president lo administraría de manera más incierta.

¿Qué pretende Oriol Junqueras?

ERC no quiere ganar las elecciones y no tener con quien culminar el proceso», dijo Oriol Junqueras tras publicarse el sondeo de EL PERIÓDICO que da a su partido ganador si se celebrasen ahora unas elecciones. No obstante, de seguir sin cumplir su compromiso de garantizar la estabilidad parlamentaria, y de seguir sin asumir la responsabilidad de gobernar el país pero marcando su agenda, acabará cargándose al partido con el que presuntamente quiere culminar el proceso.
Dice también Junqueras que los compromisos deben cumplirse y llevarse hasta el final, en referencia al pacto entre CiU y ERC para hacer una consulta en el 2014 «a excepción de que el contexto socioeconómico y político requiriese una prórroga». Sin embargo, parece olvidarse de esta última cuestión, recogida en un pacto sellado con su firma y que incluye el compromiso de apoyar una acción de gobierno a la que pone trabas.
Mientras tanto, algunos en CDC, por algún extraño motivo, confían plenamente en el altruismo de ERC, dicen que lo importante es que cada vez hay más independentistas y consideran que el problema es Duran Lleida pese a que no dice nada distinto de lo dispuesto en el pacto de investidura y a pesar de que, según el mismo sondeo, CiU seguiría ganando las elecciones generales en Catalunya. Por tanto, en medio de tanta bondad por parte de todos no estaría de más pedirle a Junqueras que fuera valiente, asumiera la apuesta de Mas y entrase en el Govern. Al fin y al cabo, si todo es por el bien del país entenderá que ya estamos ante una situación excepcional y sería extraño -o no- queJunqueras pretendiera desgastar a CiU, gobernar él y requerir entonces, también con mucho altruismo, su apoyo. Puede que entonces Artur Mas ya no esté y sea demasiado tarde.

PSC (PSC-PSOE), ruptura inteligente

El PSC (PSC-PSOE) pronto cumplirá 35 años. Lo hará bajo mínimos en el día a día y en las expectativas. El proceso de unidad de los socialdemócratas catalanes y españoles acertó en un programa de izquierdas, de convivencia y catalanismo, imprescindible para entender el país de hoy en política lingüística, en educación o en la modernización de las ciudades. Su gestación no fue fácil: el mismo día del congreso, Alfonso Guerra sofocó con mano de hierro una rebelión en la federación catalana del PSOE de quienes se negaban a la desaparición del partido de Pablo Iglesias. La fórmula se demostró eficaz, otorgando al Partit dels Socialistes de Catalunya una centralidad política indiscutible, vigente durante décadas.
La fatiga en los materiales humanos y políticos empleados para mantener un equilibrio delicado en una sociedad catalana siempre en movimiento ha acabado por hacer estragos en el PSC. El famoso y maltratado tripartito fue el paradigma de los límites de este ejercicio meritorio pero agotador de compatibilizar los intereses nacionales en Catalunya con las urgencias tácticas de los compañeros de Madrid.
El acelerón soberanista, asumido de forma muy amplia entre la ciudadanía tras la afrenta del Tribunal Constitucional a la voluntad de los catalanes de dotarse de un Estatut, ya de por sí negociado a la baja, ha provocado en el PSOE una reacción españolista muy aguda; exacerbada, quizá, por la depresión subsiguiente a la etapa de Zapatero en la Moncloa. Lo cierto es que hoy el principal problema del PSC es el PSOE, fuente inagotable de desmentidos a sus propuestas; de la misma manera que los tímidos posicionamientos dePere Navarro en el campo del derecho a decidir son motivo de desgaste para Rubalcabaen el resto de España.
Los días dulces del millón y medio de votos en las generales y el millón cien mil en las autonómicas son historia. La marca del PSC con paréntesis acumuló unas pérdidas de 600.000 votos en las últimas convocatorias. Atendiendo a la hipótesis de que los desafectos no son los mismos en uno y otro caso, la magnitud de la pérdida es incontestable. ¿Por qué mantener una asociación y un programa superados? Y no solo electoralmente (la esperanza del repunte es lo último que pierde un buen apparatchick) sino en la calle, en la agenda política catalana, obsesionada -guste o no guste- por la relación insatisfactoria entre Catalunya y el Estado español, y, en consecuencia, por la solución al contencioso.
La vieja fórmula fue un éxito porque respondía al espíritu de una época determinada. Hoy es una losa insoportable para los dos socios. La credibilidad de cada uno de ellos se resiente de tanta contradicción y tanta exhibición de la diferencia frente a los nuevos tiempos. En primer lugar, habrá que aceptar una verdad: el reconocimiento o la negación del derecho a decidir supone una discrepancia fundamental para mantener una oferta conjunta, un abismo que no se puede trampear con discursos contemporizadores. Luego, constatar que los dos socios difieren en la profundidad de la idea federal como salida del laberinto. Finalmente, comprobar la divergencia en las prioridades estratégicas: el PSOE se presenta anclado en el nacionalismo español, beligerante ante el derecho a decidir, con especial interés por taponar la sangría de votos practicada por el PP y Ciutadans en la retaguardia españolista; el PSC tiene ante sí el monumental reto de definir una alternativa de izquierdas y federalista en un espacio soberanista plural.
Los socialistas catalanes se enfrentan a un escenario muy adverso dada la apropiación en exclusiva de derechos colectivos y procesos aún abiertos perpetrada por los independentistas; estos, con la ayuda interesada del PP, han conseguido confundir una de las posibles construcciones estatales con el mismísimo principio democrático de la decisión. La maquinación conceptual complica la empresa, hasta el punto de aconsejar la liberación de las dos siglas del paréntesis. Una ruptura inteligente de la entente actual otorgaría al nuevo PSC y al PSOE de siempre el margen de maniobra imprescindible para rehacer las credibilidades maltrechas y poder así cumplir sus objetivos. La socialdemocracia compartida
-y muy necesaria para remontar la emergencia de la crisis económica- ofrecería una base sólida para una cooperación poselectoral mucho más flexible.
Mientras un periodista pueda conseguir de Ferraz una crítica o una diferencia de criterio a una propuesta de reforma constitucional del PSC, la fuerza de este para situar la idea de una Catalunya federada en la categoría de solución creíble será nula. Sentimentalmente, puede entenderse la nostalgia por el acierto de los fundadores. Ellos sabrían ver que no es solo un problema de votos, sino de fórmula. Sus nietos, no parece.

Yogur de ministros

Se nota una cierta alegría en el pelotón de los ministros. Ya no huyen de la tele: ahora parece que la buscan. En solo siete días hemos visto a Luis de Guindos y a José Manuel García Margallo con Ana Pastor (El objetivo, La Sexta) y a Miguel Arias Cañete conPablo Motos (El hormiguero, A-3 TV). O sea, que por ahora eligen salir en el Grupo A-3. No es que salgan a decir grandes cosas. Pero se les nota unas ganas muy hermosas de ejecutar posturismos garbosos. De los tres, el que ha protagonizado el número más vistoso ha sido Arias Cañete. Le habían preparado una bandeja de yogures, todos caducados, para que hiciera delante de toda España aquello que dijo tiempo atrás: que se los comía con la fecha de caducidad sobrepasada y se quedaba tan satisfecho. Lo hizo: se comió uno caducado hacía 22 días. Luego Pablo Motos le recordó que también había dicho que se duchaba con agua fria. ¡Ahh! Entonces en casa nos sobrevino una gran excitación. Pensamos: ahora le van a desnudar y le pondrán bajo la ducha, en bolas. Hombre, un ministro en pelota picada, en la tele, es un oportuno golpe de transparencia. Pero ni se desnudó ni se duchó: hizo que se ducharan otros. ¡Ahh! Siempre hay un fidel servant dispuesto a sacar a un ministro de un atolladero. O sea, la ley de transparencia que preparan me temo que va a ser lo que le dijoJulián Assange a Jordi Évole«Las leyes de transparencia las hacen los gobiernos para blindar la opacidad de lo que no quieren que se sepa».
Arias Cañete se come un yogur que caducó hace 22 días (A-3 TV).
El ministro Margallo, con Ana Pastor, también nos ofreció un momento pintoresco. No fue un posturismo visual. Fue una sorprendente confesión. Después de que Ana le pasase una selección de momentos Margallo, una antología de frases y declaraciones campechanas y espontáneas, le dijo, con reconocimiento: «Se agradece que de vez en cuando un político diga lo que piensa». A lo que el ministro respondió:«Bueno, ya es anormal que piense. Y que encima diga lo que piensa es todavía más anormal». ¡Ahh! Se quedó pasmada Ana Pastor. Mitad maravillada, mitad traspuesta, preguntó: «¿En los políticos es anormal pensar?». Y el ministro respondió: «Se piensa solo lo políticamente correcto. Y eso es una restricción». Hombre, esta yogurterada televisiva de ministros puede ser el preludio de una inminente entrevista de Rajoy en la tele. Quién sabe, quizá se haya dado cuenta de que no puede seguir haciendo de holograma perpetuo.

Espiados

Angela Merkel y Barack Obama se mirarán mañana con recelo. Tras el escándalo revelado por The Guardian gracias a la voluntad y la confesión del joven Edward Snowden, hoy sabemos que estamos indefensos ante el espionaje masivo que EEUU ha hecho de nuestras comunicaciones. Y que los más espiados han sido los alemanes. Merkel no es un prodigio de empatía, como bien sabemos los del sur, pero mañana Obama, por muy presidente de EEUU que sea, no va a estar cómodo.
Lo que Snowden pone de relieve no es solo que nuestros derechos están por los suelos, sino que se trafica con nuestra intimidad a través de una empresa subcontratada. Booz, Allen & Hamilton es la consultora que pagaba a Snowden 82.435 euros al año para que nos espiara para la Agencia de Seguridad Nacional norteamericana. El poder político ha conseguido desde septiembre del 2001 que estemos descalzos en los aeropuertos y semidesnudos para defender nuestros derecho a la intimidad, pero bajo el eficaz mantra de la amenaza terrorista hemos bajado la cabeza hasta donde les ha hecho falta.
El lado positivo
La UE ya entrega numerosos datos de sus ciudadanos a EEUU, como los de los pasajeros aéreos o las transferencias bancarias, pero no tiene la garantía de que el uso de esos datos respete los estándares europeos, y sobre todo, no puede actuar en reciprocidad. Pero ahora la situación es tan grave que, por inimaginable, no tomamos aún conciencia de su magnitud. Tienen nuestras llamadas. Nuestros e-mails. Lo tienen todo, si quieren. Y encima no solo es el Gobierno, sino también las empresas de suministros.
De un tiempo a esta parte he entendido que lo mejor en la vida es intentar ver el lado positivo de las cosas, por lo que creo que, pese a todo, mañana puede ser un gran día. Seguro que veremos como Merkel y Obama, como líderes mundiales que son, transformarán la crisis en oportunidad. Y se darán cuenta de que gracias a Snowden y a sus examigos espías tienen la herramienta que todos buscábamos. Lo tienen todo. Las comunicaciones y los e-mails de los banqueros, los políticos, las agencias de calificación, los reguladores, los notarios, los especuladores, los gobernantes, los que estaban en los consejos de administración de Bankia, Bárcenas... De todos los defraudadores, hasta de los que se esconden en los paraísos fiscales. O sea que gracias a este invento americano tenemos las pruebas para empurarlos a todos. Solo necesitamos voluntad política para cambiar algunas leyes y listos.
¿Y quién va a dudar hoy de la voluntad política, cuando en Europa nos dicen que los recortes no se aplican por gusto sino por necesidad ya que no hay recursos? Seguro que Merkel yObama lo van a hacer. Ahora todo el mundo sabe que está al alcance de su mano, a un solo clic. Basta con usar bien toda esa información que han capturado ilegalmente. Si lo hacen, les podemos perdonar que nos hayan robado nuestros datos, nuestros derechos y nuestra intimidad. Si ahora los utilizan para cazar a los responsables, recuperar nuestro dinero y hacer que salgamos de la crisis, hasta les aplaudiré. Yes, they can. Si no lo hacen, será que no quieren.

El olvido del riesgo

Alarma social, 440 desalojados en Vielha, carreteras inundadas, peligro de desbordamiento del Garona... Un hecho excepcional, según nuestros responsables políticos. ¿Será culpa del cambio climático? En el café del pueblo lo tienen claro: «Es que los ríos están sucios, hay que limpiarlos». El agua no era noticia desde el año 2008 -desde la sequía- y, como siempre, ahora nos vamos al otro extremo, al agua como peligro.
Lo que está pasando en el Pirineo no es nada excepcional. Ha pasado otras veces, aunque es un hecho poco probable. La diferencia entre este evento de crecida de los ríos y los anteriores es que nuestra percepción del riesgo se diluyó durante los años en que el río no crecía tanto. Con la presión urbanística nos olvidamos de que el río Nere, que pasa por el centro de Vielha, podía llegar a ser un gran río y lo metimos entre dos paredes que se pusieron lo más cerca que se pudo del cauce. Cuando escribo este texto, el Garona está a 20 centímetros de desbordarse porque le hemos puesto paredes para proteger construcciones que están en zonas inundables (de periodo de retorno de más de 150 años, pero inundables). Las carreteras están cortadas porque los que las construyeron forzaron el recorrido del río y no tuvieron en cuenta que las crecidas, además de agua, llevan barro y troncos, con lo que algunos puentes quizá no tienen la luz necesaria para que pase todo. Ahora mismo estoy viendo un puente en el que el agua está a punto de desbordarse. ¿Culpa de los árboles que lleva el río? No, culpa de un puente mal diseñado, quizá construido rápidamente y forzando la máquina para que el funcionario de turno diera el permiso. Ya se sabe que el problema es siempre de alguna Administración, y en épocas de vacas gordas todo el mundo tenía prisa por construir y nadie pensaba en el riesgo de la inundación.
Nuestra cultura del riesgo es olvidadiza: cuando no llueve no pensamos en las inundaciones. El año pasado se recordó el 50 aniversario de las famosas inundaciones del Vallès, que se cobraron muchas vidas. La culpa, en aquel caso, no fue del río ni de su falta de limpieza, sino de los que permitieron que la gente se metiera dentro del río. Ahora es lo mismo: ¿quién autoriza que los cámpings, las viviendas, las depuradoras, los polígonos industriales o los pabellones de deportes se sitúen en zonas inundables? Pues todos nosotros, que cambiamos nuestra percepción del riesgo en función de nuestras prioridades. El río, la conservación de sus márgenes y sus riberas nunca ha sido una prioridad para esta sociedad. Solo nos acordamos del riesgo cuando este está a punto de ahogarnos.

Hacienda, la infanta y el silencio de Montoro

Queda alguien de quien fiarse?. Porque en el ranking de la confianza ciudadana han ido cayendo, con más o menos méritos, los políticos, los jueces, los banqueros, las instituciones, incluida la Monarquía, y acaba de caer uno de los pocos organismos que parecía infalible, la Agencia Tributaria. Arrastrando además en su desplome a esos dos cuerpos tan autoprestigiados, los notarios y los registradores de la propiedad. Y todo en una tarde. Esa en la que alguien (anónimo) tecleó en el ordenador el número 14, los dos dígitos que se corresponden con el DNI de la infanta Cristina y le aparecieron 13 transmisiones patrimoniales que la hija del Rey habría realizado en el 2005 y 2006, por valor de 1,43 millones, en la zona de Alicante, Calella y Almagro (Ciudad Real).
Nadie verificó los datos, y eso que los había pedido el juez, José Castro, el que investiga los negocios de Iñaki Urdangarin y la hipotética implicación de su esposa, y que la información fiscal afectaba a un miembro de la familia real. Hubiera sido cosa de un rato, nada teniendo en cuenta la gravedad del asunto, y Hacienda se habría evitado el bochorno de tener que admitir tal dislate y el lamentable espectáculo de echarles la culpa a notarios y registradores, cuestionando también su profesionalidad. Pero sobre todo le habrían ahorrado un mal trago a la afectada, a la que le costará impedir que se extienda la sombra de la duda sobre posibles «ventas simuladas», como sugiere, por ejemplo, ICV.
Han pasado cinco días y el ministro de Hacienda, Cristóbal Montoro, responsable del departamento que asume el disparate, no ha dado la más mínima explicación. Primero se encogió de hombros alegando desconocer el informe enviado al juez y ahora simplemente calla, lo que en su caso ya es una noticia. Pero si siempre que ocurre algo irregular, ilegal o extravagante se apela a lo que hacen en los países con más tradición democrática, cabe preguntarse qué estaría ocurriendo en el Reino Unido o en Holanda si el Gobierno de sus respectivas majestades hubiera enviado a un juez un informe fiscal falso relativo a un miembro de la familia real. Y lo primero que viene a la mente es precisamente la cabeza del ministro de Hacienda entregada metafóricamente en una bandeja por el primer ministro. Después, obviamente, de que hubiera dado las inexcusables explicaciones ante su parlamento.
Lo peor, con todo, no son ni el escaqueo del ministro ni el rídiculo que socava la ya baja autoestima ciudadana. Ni tan siquiera el desgaste de la Agencia Tributaria en plena campaña de la renta. Lo peor es la sensación de inseguridad jurídica, la idea de que si esto le pasa a la infanta, qué no le puede pasar a un pobre contribuyente de a pie.